Todas las células de nuestro cuerpo necesitan vivir rodeadas de líquido para poder llevar a cabo sus funciones. A este líquido se le llama medio interno. Este medio interno no solo ha de nutrir las células sino permitir que se comuniquen, defenderlas, eliminar desechos, etc. La mayor parte de este medio interno se mueve lentamente entre las células; el llamado líquido tisular. Otra parte se mueve (circula) a mucha mayor velocidad. A este líquido circulante se le denomina sangre y el conjunto de órganos que consiguen este movimiento es el sistema circulatorio (su nombre se debe a que el líquido realiza siempre el mismo recorrido) o sistema cardiovascular (nombre debido a que está implicado el corazón y los vasos sanguíneos). Hay otros líquidos internos a parte del líquido tisular y la sangre. El más relevante es la linfa.
Nuestras células oxidan la materia orgánica para obtener energía. Este proceso es la respiración celular y se realiza en las mitocondrias. Este sistema consta de un epitelio, que tiene una gran superficie, donde se realiza el intercambio gaseoso: se difunde el oxígeno del exterior al interior del organismo y el dióxido de carbono del interior al exterior del organismo. El órgano encargado del intercambio de gases es el pulmón. Para que el aire pueda aportarnos oxígeno hace falta que se renueve. Sin embargo, dicha renovación nunca es completa, debido a que los alveolos pulmonares son sacos cerrados y por tanto, tienen un volumen limitado. Al proceso de entrada de aire en nuestro sistema respiratorio se conoce como inspiración; al proceso inverso (salida de aire), como espiración. La intensidad y el ritmo respiratorio van a depender de la demanda de oxígeno de nuestro organismo.
Además, el sistema respiratorio tiene ciertos sistemas que aseguran que el aire llega de forma adecuada a los alveolos pulmonares. En primer lugar, en todo el recorrido, pero sobre todo en la cavidad nasal, el aire se calienta y humedece si la temperatura externa es fría. En segundo lugar, dicho aire se limpia de impurezas. En la cavidad nasal muchas partículas sólidas quedan adheridas, otras serán atrapadas en diferentes partes del árbol bronquial.
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